Los momentos de bajón
Estos son los momentos que nadie quiere. Por suerte o por desgracia son estos momentos los que más predominan en la vida, y más cuando sufres una enfermedad como esta (¡vaya ánimos!).
Como he dicho: por suerte o por desgracia.
El ‘por desgracia’ ya sabemos por qué: ánimo bajo, que afecta a la autoestima; pensamientos negativos que vienen sin haber sido llamados; desesperanza; canciones tristes y lentas en bucle hasta que expulsas todo lo que tengas a través de tus lágrimas, y un largo etcétera que es innecesario detallar porque todos lo hemos vivido.
El ‘por suerte’ cuesta más encontrarlo. ¿Dónde encuentras lo bueno dentro de lo malo? ¿Dónde está ese rayito de luz que nos mantiene a salvo en la oscuridad y nos da esperanza? No digo que sea fácil encontrarlo, pero está. Lo más complejo es tenerlo presente cuando estos monstruos atacan y te dicen continuamente que no vales nada, que no te esfuerces porque no merece la pena y que qué sentido tiene todo esto.
Yo encuentro la suerte de las épocas depresivas en la reflexión interna que me traen. Aunque sesgada por malos momentos, éstos me ayudan a pensar con claridad. Me alejan de cualquier visión en color de rosa del mundo y me ponen los pies en la tierra.
Hay algo que me dice:
«¡Eh, tú! ¡Sí tú! Tienes una enfermedad, miles de defectos y miles de inseguridades a tus espaldas. Pero, ¿quién no las tiene?. ¿Sabe alguien lo que le depara el mañana?, ¿está alguien a salvo de lo que la vida puede traer?
Levántate, deja de quejarte y soluciona lo que te preocupa. Deja atrás lo que te pesa, pon en marcha proyectos y sé asertiva con la vida.
Si tienes que modificar algo, modifícalo, pero hazlo. Quejarte no te sirve de nada. Hazte valer por ti misma y no dependas de nadie. Eres tu mejor compañera de viaje, moléstate en cuidarte y en estar en las condiciones adecuadas para esta montaña rusa emocional que te espera.
Las épocas malas siempre vienen; si tienes que llorar, llora. Si tienes que chillar, chilla. Desahógate. Enfádate, deja tus quejas por escrito, dibuja, haz deporte hasta que tus pulmones te escuezan del esfuerzo. Vive.
No te tomes la calma como un preludio de la tempestad. Simplemente, tómala. Ama esos buenos momentos y hazlos tuyos.
Al fin y al cabo, son los que nos hacen sentir vivos.»
Comentarios
Está claro que vivos, nos sentimos muuuuuy vivos; su parte buena… la hay y mucha. Cuando se encuentra… todo cambia. Ánimo, princesa.
Gracias guapa.
Hay que hacer siempre reflexión en estos momentos.
Son los que te despiertan 😉
Un abrazo!